miércoles, 16 de marzo de 2011

Valencia , (1º de fallas 2011 ) Oreja al poderío de El Juli y otra a la honradez de Vicente Barrera.


Valencia (1ª de fallas): Oreja al poderío y mando de Juli y otra a la honradez de Barrera


Plaza de Toros de Valencia. Feria de Fallas. 1er festejo de abono. Lleno. Nublado con lluvia en el final del festejo. Dos toros de la ganadería de “Toros de Cortés” justos de raza, casta y fuerzas. Inservibles para la lidia. Cuatro toros de la ganadería de Victoriano del Río, también sosos, sin casta ni raza que además tuvieron poca fuerza. Y un toro regalado en séptimo lugar de la ganadería de Zalduendo, áspero y nunca claro en sus embestidas. El mejor fue el 3º de la tarde, un bravo y exigente toro entendido perfectamente por su matador. En cuanto a presentación, corrida muy desigual, algunos por debajo del trapío exigible a Valencia.

Enrique Ponce (marino y oro), saludos y silencio.
Vicente Barrera (salmón y oro), silencio, silencio y oreja.
Julián López “El Juli” (verde hoja y oro), oreja y silencio.



Valencia (Esp.).- Ambiente de lujo en el remozado coso valenciano para presenciar la corrida con la que se inauguró este cómodo y bonito coso, con más de ciento cincuenta años de vida. Gente guapa en el tendido, políticos en los primeros puestos de las barreras y sobre todo, los aficionados con muchas ganas de ver iniciada la temporada española y también recuperar el pulso de la Fiesta en Valencia tras soportar estoicamente ocho meses de cierre del coso.

Pero llegó la ley del toro y los de Victoriano del Río en sus dos hierros, dieron al traste con la posibilidad de cualquier triunfo rotundo o espectacular. Toros desiguales de presentación, justos de raza y de casta a la vez que sin fuerzas de los que solo se salvó, el buen tercero que tuvo la suerte de ir a parar al torero que más en forma está en el toreo, Julián López “El Juli”.

El diestro madrileño salió de nuevo a defender su supremacía en el toreo y sin bajar el diapasón de la temporada 2010 cuajó una gran faena al toro bravo del encierro, el tercero. El inicio a la verónica con temple, meciendo la tela y cimbreando la cintura ya fue toda una declaración de intenciones del joven diestro que fue creciendo en intensidad artística conforme transcurría el tiempo de la lidia. Verónicas de bella factura ganando terreno al toro, abrochada con una media de lujo. Ahí quedó eso. Y a partir de este instante fue la tarde del madrileño en un festejo donde la valencianía en el cartel brotaba por los cuatro costados. Volvió a cuajar un bello pasaje con el capote, con chicuelinas ajustadas, llenas de gusto, temple y ligazón que presididas por el suave juego de las muñecas dejó de nuevo la impronta de un matador de toros en sazón. Después, con la muleta cuajó el toro por ambos pitones en un trasteo de intensidad, entrega y poder. Mucho poder. Fue una nueva lección de tauromaquia que dejó a Valencia entregada a su maestría. El toro no lo puso fácil. Exigente en la embestida, bravo, poderoso él también, tuvo que doblegarse a la muleta de Don Julián. Al final, dictó una nueva lección y sobre todo, dejó claro a los incrédulos o poco partidarios, que este año, Juli sigue estando igual o mejor que la temporada 2010. Oreja de ley que no fue más por el sorprendente fallo con la tizona. Aunque a esas altura, el golpe de timón en el primer festejo de la temporada, ya estaba dado.

Con el que cerró plaza peleó hasta lo indecible buscando la puerta grande de Valencia. Pero el de Victoriano del Río fue áspero en muchas ocasiones, en otras fue noble y en las más, fue soso y sobre todo incierto. No se aburrió Juli con comportamiento tan desconcertante, y con pausa, tranquilidad mucha paciencia y maestría fue haciendo la embestida del toro hasta robarle varias tandas vibrantes y lucidas. Siempre buscó la interpretación del toreo puro, de frente, de mano baja, riñones metidos y poderío y a fe que lo consiguió a ratos. De nuevo, lección a los más jóvenes toreros de cómo debe estar una figura del toreo en tarde de máxima expectación y sobre todo, responsabilidad. No fue faena de filigrana y arte delicado, es cierto, pero fue más de aguerrido maestro en busca de un triunfo costase lo que costase. El fallo con el descabello le privó de un posible triunfo aunque la estocada trasera a un toro que siempre estuvo encampanado es de mérito y a tener en cuenta. Ahí quedó su actuación para la historia de la plaza.

El otro triunfador del festejo al cortar un trofeo que premió su honradez, entrega y pundonor fue para Vicente Barrera en la tarde de su despedida como torero en las fallas de Valencia. No le habían ido bien las cosas en su lote oficial sorteado y, decidió contra pronóstico y reglamento regalar un sobrero lidiado en séptimo lugar. Con este Zalduendo cortó una oreja después de lidiarlo bajo la lluvia con estilo fiel a su concepto del toreo. Aquí sí que vimos a retazos al torero que fue importante en su irrupción en el mundo del toro. Comienzo de faena con estatuarios ganando terreno, parsimoniosos y de regusto. Después, aun sin confiarse demasiado ante el incierto toro de Zalduendo, fue hilvanando un trasteo en el que predominó la entrega, valentía, y las ganas por no irse de vacío. Vimos la versión del Vicente Barrera de antaño que encandiló al mundo del toro, aunque con la tarde vencida nunca terminó de romper y alzar vuelo el trasteo en el semivacío tendido valenciano. Se le concedió una oreja por su generosidad con la afición y sobre todo, pensamos que por su honradez y vergüenza torera. ¿El regalo del sobrero? Discutible. No debió ser porque no había lugar y puede sentar precedente, pero lo hecho, hecho está.

Antes, con los dos toros que le cupieron en suerte nunca pudo lucirse con la rotundidad que suponemos él habría querido. Trasteos de voluntad, y querer y en ocasiones, no poder o verlo claro. De todo hubo.

El más veterano de la terna, Enrique Ponce tampoco tuvo suerte con el lote sorteado. Se fue de vacío y eso que el público estaba predispuesto a verlo salir a hombros, pero cuando el toro es el que es y el que vimos, complicado resulta cuajar faenas de altura y sobre todo, importancia. Saludos en el que abrió plaza tras un faena de detalles, media altura, llevarlo sin molestar y siempre cuidándolo. Muy correcto, claro que sí, pero carente de emoción. Baja intensidad en la obra e indefinición en los tendidos que no terminaron de decidirse a la hora de pedir unánimemente el trofeo. Y con el cuarto, un nuevo trasteo del mismo estilo y traza. Voluntad, paciencia, tempo en el manejo de las telas pero poco contenido en la obra dada la falta de emoción del toro y su identidad. El de Victoriano del Río, poco colaborador, y el de Chiva buscando un triunfo imposible que al final no llegó.

Texto: Alfonso Sanfelíu
Fotografía: Rafael MATEO


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