jueves, 24 de marzo de 2011

Valencia (6ª de abono): Manzanares malogra con la espada una importante puerta grande


Crónicas Feria de Fallas y Temporada 2011

Jueves 17 de marzo 2011 (6ª de abono)



Valencia (6ª de abono): Manzanares malogra con la espada una importante puerta grande


Valencia. Feria de fallas. 6ª de abono. 17 de marzo de 2011. Lleno. Tarde apacible con sol. Se lidiaron seis toros de la ganadería de Núñez del Cuvillo desiguales de presentación con algunos muy justos de trapío. En líneas generales encierro con clase y nobleza pero con las fuerzas muy justas y alguno de ellos desrazados.

Morante de la Puebla, saludos y silencio.
José Mª Manzanares, oreja y saludos y tras aviso.
Daniel Luque, silencio en ambos.



Valencia (Esp.).- La excesiva generosidad con el toro de Cuvillo que hacía quinto, le pasó factura a José María Manzanares. Tenía en su estoque la puerta grande en Valencia, con la posibilidad de cortar un doble trofeo al noble y enclasado toro de Cuvillo pero finalmente el gozo y la esperanza del público en un pozo. El animal, justo de fuerzas condicionó la faena del alicantino, pero señores, qué final de faena. Necesitaba el joven diestro una actuación así en la capital levantina y a fe que lo logró. Al menos, redonda fue. Intensa en su final también. Y de emoción y gusto extraordinario, también. Faena completa en su concepción. Realizada con paciencia, ciencia, temple, tempo y buen son, cuidando la embestida del animal. Esas últimas tandas de trasteo, como les cuento, fueron de cincel y obra de arte.

Vale, es cierto también que tuvieron que ser tandas a media altura, cuidando la endeblez del astado pero una vez salvados estos inconvenientes con el acierto y oficio de Manzanares, lo que hizo José Mari fue orfebrería pura. Lo mejor de la feria en este final de faena. Mentón hendido y pegado al cuerpo, medio pecho llevando la embestida, gigante el torero toreando sobre las puntas de los pies y en eso, el mando y el temple de sus muñecas hicieron el resto. Genio. Simplemente genio en tarde de genios y pugna con el fenómeno de la Puebla.

Después, no se comprende esa ventaja dada al toro, recibiéndolo con los honores en la suerte suprema. No mereció nunca el de Cuvillo tal honor, pero así lo quiso el diestro y lamentablemente perdió el órdago.


Antes, con el segundo, ya dejó a las claras las ganas que tenía de dar ese paso más en su carrera, confirmado hoy, en Valencia. Se vació literalmente en busca del triunfo que le llegó con la concesión del único trofeo de la tarde. A este noble y enclasado astado, le cuajó una nueva faena cimentada en la paciencia, las ganas por agradar y sobre todo por interpretar el toreo que lleva dentro, sea como fuere la res. Flojo era el toro, es también verdad, pero con estos mimbres y teniendo en cuenta el comportamiento del animal, fue cuajando un trasteo completo por ambos pitones donde lo mejor vino en redondo y que estuvo rematado con una contundente estocada que por sí sola mereció el trofeo. El resto de su actuación ya la conocen, toreo de cante hondo, con un lamentable error a espadas.


El otro genio, el de la Puebla salió animoso en el primero de su lote, con lances a la verónica mecidos, templados, ganando terreno y con gusto. Todo el público quería ver a Morante y todos empujaron al maestro para deleitarse junto a él en una gran tarde de toros. Pero no llegó ese triunfo. Ya saben que las musas a veces abandonan al torero o bien el torero no lo ve claro o como en este caso, los toros, no le propiciaron las embestidas suficientemente idóneas para cincelar su arte y desnudar su alma. Cuando no lo vio claro en la muleta, decidió abreviar, aunque el inicio torero en el estribo, los pases en redondo acompañando la embestida y esos pellizcos o calambrazos que da el alma cuando ven al de la Puebla estirarse, se percibieron y vivieron. Bajó la intensidad del trasteo y después ya se vino todo abajo. Fallo a espadas y saludos justos desde la raya correspondiendo la cariñosa ovación del público.

Con el cuarto sí que no hubo forma de verle como la gente hubiera querido. Se le dio en exceso al toro en varas. Muy fuerte el tercio que sin duda pasó factura en el comportamiento del animal y así llegó él, sin humillar, sin gracia en la embestida, sin clase apenas y emoción. Con esos mimbres, este genio no se anduvo por las ramas y abrevió. Silencio.


El tercer espada anunciado, Daniel Luque dejó bien claro -no hay que negárselo- la disposición con la que vino a Valencia para dar la cara en uno de los carteles estrella de la feria. Con el noble y enclasado tercer toro, tuvo que hilvanar un trasteo voluntarioso y dominador ante un astado que se vino abajo también y se acabó rajando. Al final, fue tan poco lo que pudo decir ante la res, que el público le pidió que abreviase.

Cerró plaza un nuevo Cuvillo con clase, noble y calidad pero de nuevo justo de fuerzas. Tan es así, que terminó cortando el viaje, apagándose y siendo anodino en su embestida. Ante él, Luque estuvo otra vez dispuesto, valiente, entregado en busca de puntuar en plaza de primera, y concienciado de la oportunidad que se le brindó, pero finalmente no pudo ser. La estocada defectuosa le privó posiblemente de un triunfo mayor.

Texto: Alfonso Sanfelíu
Fotografía: Rafael MATEO



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