sábado, 18 de septiembre de 2010

Jesus Duque , corta una oreja en la primera de Algemesi


Algemesí (Valencia-España).- Comenzó la Semana Taurina y en ella ya se pudo comprobar cómo se encuentra el futuro de la torería de Valencia. Un novillero que se va o debería plantearse qué hacer con su carrera y otro que viene y al que se le debe dar el crédito y el voto de confianza del novel que comienza.


El que deberá plantearse muy seriamente qué hacer con su carrera de cara a la temporada que viene es el más veterano de este festejo: Juan Cervera. Tarde de desazón la que ofreció el valenciano en Algemesí, pasando por ella con más pena que gloria. Bien es cierto que no tuvo un lote bueno, ni codicioso, ni espectacular. Es cierto. Los novillos de Marcos Núñez no fueron en gran medida aptos para el lucimiento. Sólo el que cerró festejo tuvo más movilidad, transmisión y emoción. Pero tampoco se puede estar descentrado, desganado, desmotivado y falto de claridad de ideas como lo estuvo, máxime cuando uno afronta una tarde de compromiso como es la Semana de Toros de Algemesí. Y así estuvo Cervera. Impreciso con el manejo de las telas. Inseguro a la hora de dar con la medida de las distancias, las alturas y la presentación de los engaños. Sin arrestos ni amor propio, que es quizás lo que resulta más triste en un novillero que debería salir a dejarse la piel cada tarde. Dos silencios y un aviso, resumen perfectamente cómo fue su actuación. Futuro incierto el que le espera.


Y al que debemos darle el voto de confianza del que debuta con picadores es a Duque, ya que su actuación a punto estuvo de saldarse con una puerta grande que habría resumido -justamente- su paso por Algemesí. Si Cervera estuvo como estuvo: apático, triste y sin aceptar el compromiso que tenía en esta tarde, Duque fue lo contrario. Se le vio en el primero de su lote, aguerrido, valiente, con ganas, con ilusión y muy consciente de lo que suponía su debut con picadores y además en Algemesí. Ya se le vio templado a la verónica y sobre el pitón derecho en el recibo del novillo. Y posteriormente fue fundamentando su actuación con un concepto del toreo sosegado, cuando le dejó el novillo, y siempre puro en los cites, en el modo de plantear el trasteo y en las formas de interpretar el toreo. Empañó su buena faena cuando decidió tirar por la calle de en medio y cerrar el trasteo con un toreo encimista, más bullidor y popular, pero era Algemesí, su debut y tenía claro que debía vaciarse por entero. Oreja merecida. Y a punto estuvo de abrir la puerta grande si no llega a fallarle la Fe a la hora de rematar un interesante trasteo con el mejor novillo de Núñez. Astado con movilidad, nobleza, calidad y emoción, que tuvo su borrón en el apagarse justo en el último momento de la faena, aunque también hay que destacar que ésta fue demasiado larga. Durante la misma, Duque estuvo firme, centrado, muy resolutivo e intentando cuajar pases o lances dentro del más puro estilo ortodoxo. Lo consiguió a ratos, pero más vistoso o menos, mejor lucido o más templado, lo que sí dejó claro es que hay que dejarle crecer, darle un voto de confianza y ver sus próximas actuaciones para comprobar si todo queda en una declaración de intenciones o bien se puede convertir en un novillero valenciano que puede funcionar.


Completó cartel el rejoneador, Sergio Vegas. Con un novillo que acudía a las telas pero no a las cabalgaduras, protagonizó una actuación sin argumento ni hilván. Desigual a la hora de clavar y a la hora de ejecutar la suerte, fue una faena sin sentido alguno. Dio una vuelta al ruedo por su cuenta sin que el público ni siquiera le acompañara con palmas.


Firmado: Alfonso Sanfelíu
Fotografía: Rafael MATEO

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