sábado, 25 de septiembre de 2010

Algemesí (7ª de abono): Solitaria oreja para el rejoneador Mariano Rojo


Algemesí (Valencia). 7º festejo de abono. Semana Taurina. Casi lleno. Cinco novillos de Sánchez Arjona (3º para rejones) desigualmente presentados pero con cuajo la mayoría de ellos. Nobles y con clase, en líneas generales, también fueron muy justos de casta y de raza.

Juan del Álamo, saludos y silencio.
Diego Silveti, saludos y silencio.
El rejoneador, Mariano Rojo, oreja.


Algemesí (Valencia – España).- Tras el triunfo de Emilio Huertas con tres orejas en el esportón la tarde anterior, hoy se volvió a vivir en esta séptima de abono, un nuevo festejo marcado por la falta de compromiso y asunción de riesgo de los novilleros ante los astados, ante el público y ante sí mismos.


De nuevo fue la tarde del rejoneador. Y de nuevo, con este exiguo triunfo del caballero, se dejó en evidencia a los de a pie, mucho menos entregados y comprometidos con la feria, que el jinete Mariano Rojo. Volvimos a tropezarnos con la cruda realidad de un escalafón novilleril adocenado, cómodo y sin aparentemente ganas de triunfar en una Semana Taurina como la de Algemesí. Lo cual duele y mucho, a todos los que organizan la feria, asisten a los festejos y pagan por verlos. Por eso, actitudes así, hay que denunciarlas y censurarlas. En la actualidad la mayoría de los novilleros que pasan por estas feria y por Algemesí viven un momento de su carrera en el que todavía no han logrado alcanzar triunfos tan rotundos y compactos como para ir sobrados por la vida, despreciando casi el escenario en el que se actúa y peor aún, el ganado noble, con clase y manejable que sortean. Y por ello, éstas, son las actitudes que no se deben tolerar. Se puede disculpar la bisoñez. La falta de rodaje. La falta de recursos, pero a estas alturas de la temporada y tal y como estás la Fiesta, no se puede ser tolerante con actitudes que rayan el pasotismo.


Esta tarde y en esta séptima de abono, la actitud de Juan del Álamo ha sido prácticamente la que hemos descrito en el párrafo anterior. Saludos después de unas insistentes y generosas palmas por parte del público y silencio al acabar la lidia del cuarto de la tarde, resumen perfectamente cómo fue su actuación. Plana, anodina, sin argumento, sin casi toreo ni por supuesto compromiso, asunción de riesgo o lucimiento. Inaceptable, en definitiva. Al primero de su lote le cuajó un trasteo en el que siempre toreó por fuera, a media altura para que no cayera la res y sin temple ni acople. Bien es cierto que el de Sánchez Arjona se defendió, dadas las pocas fuerzas y el escaso recorrido que tenía en el final de la faena, pero lo que interpretó delante de la cara del novillo del Álamo, fue una faena más, de las miles que se pueden contemplar en la temporada. Dio la sensación -desde el tendido- de que el novillero vino a Algemesí con la faena hecha de casa, de tal modo que como casi un autómata se dispuso a justificarse con varias tandas por ambos pitones, dos aposturas acompañando la embestida del animal y poco más. Para más inri, falló a espadas y todo quedó aún más, en un trasteo vulgar de los que mejor olvidar. Con el cuarto, otro de Sánchez Arjona con clase, nobleza pero de extrema sosería en sus embestidas, Juan logró medio arreglar su paso por Algemesí con varias tandas al natural un poco limpias y templadas, aunque sin alcanzar reconocimiento ni eco en el tendido. Intentó cuajar trasteo en redondo también, más el novillo acortó distancias, se volvió mirón pero sin maldad y del Álamo se desentendió. Falto rotundidad a la actuación. Alegría, emoción, compromiso, entusiasmo. Una lástima.


Y no salió mejor parado el mejicano Diego Silveti, aunque logró desquitarse de su actuación ante el último de la tarde, con una faena más rotunda, seria, con detalles, suavidad, temple y gusto. Precisamente con este novillo, vimos una interesante versión de Silveti, si bien le faltó la rabia que a veces deben mostrar los novilleros a los que se les supone deben salir cada tarde a darlo todo en busca del triunfo y las orejas. Gustó el corte clásico y serio de toreo que interpreta, aunque le faltó alegría, emoción y empatía con el público para lograr conectar con el respetable y acercarse así a un triunfo. El fallo estrepitoso con la espada, le privó seguramente de tocar pelo y por ello, se le silenció la interesante labor. Con el segundo de la tarde se le vio desdibujado, descentrado, atenazado quizás, por el compromiso e impreciso. Con un novillo con clase, nobleza, un poco tardo pero que se dejó hacer, Silveti le compuso un trasteo de media altura, distancia corta y ningún sometimiento. Con toda seguridad que si le llega a bajar la mano se habría lucido más, pero no lo quiso hacer así a pesar de haberse dado cuenta de ello en varios pases sobre la diestra. No bajarle la mano y aguantar un poco más la embestida del noble animal, hizo que finalmente firmase una faena plana, sin emoción, estructura, hilván y contenido. Nunca se entregó la gente con él porque él tampoco se rompió con el novillo, vaciándose -al menos- con honradez y honestidad. Saludos.

Completó cartel el rejoneador Mariano Rojo quien fue a la postre, el triunfador del festejo. Cuajó una lidia bullidora, en la que alternó la exhaustiva preparación de la suerte con pureza y temple, con la imprecisión a la hora de clavar las farpas. Contemplamos un trasteo irregular, presidido por la velocidad y los momentos templados a la vez que alternados con instantes menos artísticos. Su mejor momento vino con las banderillas, mucho más reunidas que los rejones del primer tercio. Mató trasero y cobró una justa oreja.

Firmado: Alfonso Sanfelíu
Fotografía: Rafael MATEO

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