domingo, 26 de septiembre de 2010

Algemesí (Última de abono): Tres orejas para Esaú y dos para Arévalo con buenos guadairas




Algemesí (Valencia). Última de abono. Semana Taurina. Casi lleno. Cinco novillos de Guadaria (3º para rejones) bien presentados, con lustre y romana, salvo el cuarto con menos trapío. Nobles en líneas generales y con clase, llegaron un poco más parados al último tercio. El mejor novillo fue el sexto que probablemente se convertirá en el novillo de la feria.

José Arévalo, oreja con petición en ambos.
Esaú Fernández, oreja y dos orejas.
El rejoneador, Rubén Sánchez, saludos.


Algemesí (Valencia – España).- Echó el telón la Semana Taurina de Algemesí y lo hizo a conciencia. Esta tarde, Algemesí, volvió a ser Algemesí lo cual significa: un gran ambiente festivo en los tendidos, juventud entregada, mujeres guapas y aficionados dispuestos a disfrutar del último acto del ciclo. Música festiva durante toda la tarde, coros de tendido a tendido, y poco a poco, se fue cumpliendo el ritual y el guión de una tarde de toros en Algemesí. Resultó alegre y sobre todo satisfactorio ver cómo se recuperaron en tan sólo dos horas todas las costumbres que han dado categoría y singularidad a esta plaza, esta ciudad valenciana y esta feria.

Acompañaron los novillos de Guadaira, muy lustrosos y bien presentados, salvo el cuarto, que resultaron nobles y con clase, aunque un puntito justos de fuerzas. El broche de oro al encierro y sobre todo, a la tarde, vino con la lidia del quinto que en manos de Esaú Fernández, terminó siendo un buen fin de fiesta con toreo de cante hondo.

El sevillano firmó una actuación de principio a fin completa. Templado con la capa en el recibo, meciendo la embestida con mano baja y suavidad, cuajó un recibo muy torero. Peleó irregularmente el animal en el caballo y tras la suerte, a invitación de Esaú se lució a la verónica un esforzado “Lumbrerita”, sobresaliente en todo el ciclo. La faena a este último de feria, la comenzó de rodillas con ánimo, ganas y entrega, toreándolo con gusto y seriedad. Después, dominando los tiempos y el poder del novillo, fue hilvanando una faena por ambos pitones llena de gusto, empaque, temple sobre todo, mano baja. Fue un trasteo de lo más torero que se ha visto en el ciclo, con momentos artísticos de gran altura que nos dejan con ganas de volver a ver al diestro. Además, Esaú tuvo la virtud de medir el metraje de la faena y por ello, supo rematar y concluirla cuando ya estaba todo hecho. Bernardinas de cierre y una estocada de verdad, volcándose en el morrillo. Dos orejas sin discusión.

Antes, con el segundo ya dejó su impronta de torero de buen corte. Recibo -a la verónica- templado, de mano baja y suavidad que dieron ya un toque de atención. Después, fundamentó un trasteo muy suave, estético, bien hilvanado, al que sólo le faltó un punto de emoción como consecuencia de la sosería del novillo. Dio dos versiones de su toreo, la clásica y más exquisita y la más popular, ya que cuando el animal dejó de embestir, fue él, quien echó mano del toreo de cercanías y más bullidor, para amarrar el primer trofeo. Estuvo muy valiente, comprometido y entregado. Oreja.

El otro triunfador, fue el valenciano José Arévalo al lograr una oreja en cada uno de sus novillos que pudieron ser también tres. Fueron otro tipo de trofeos, logrados tras interpretar otro concepto del toreo y de la Fiesta. Arévalo salió a hombros gracias a su concepto de lidia total, al servicio de la parroquia y buscando el corte de trofeos cueste lo que cueste. Por ello, vimos en sus dos novillos un joven que lo dio todo en capote, en banderillas y con la muleta, agradando al público que le premió con esa puerta grande. Ahora bien, si nos fijamos en el toreo que interpretó, sus dos faenas estuvieron por debajo de los mínimos exigidos a un novillero tan placeado como él. Dio muchos pases por ambos pitones y siempre provocó en exceso a la galería, lo que desde el punto de vista estético u ortodoxo, quedó muy lejos de los cánones. No obstante, la Fiesta también necesita de este tipo de novilleros más bullidores, festivaleros y espectaculares, por lo que si el público lo sacó a hombros, la Fiesta, que es democrática es la que manda.

Completó cartel el rejoneador Rubén Sánchez que cuajó una faena desajustada en los embroques, imprecisa a la hora de clavar los hierros y carente de mayor argumento. Descordó al animal precedido por tres pinchazos y saludó.


Firmado: Alfonso Sanfelíu
Fotografía: Rafael MATEO

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