miércoles, 28 de julio de 2010

Valencia (5º de feria): Puerta Grande para Rubén Pinar con lote más enclasado de Fraile


Valencia. 5ª de abono. Corrida de toros. Menos de media plaza. Se han lidiado cuatro toros del hierro de Valdefresno y dos de Hnos. Fraile Mazas (2º y 5º) bien presentados. Mansos en líneas generales, solo sirvieron -por tener más clase y nobleza en sus embestidas- el 3º y el 6º.

César Jiménez, silencio en ambos.
Daniel Luque, saludos y silencio.
Rubén Pinar, oreja en ambos.


Valencia (Esp.).- Fue la tarde de Rubén Pinar. Con un encierro manso en líneas generales de la casa Fraile que aburrió hasta el empedrado, Pinar sorteó el lote con más clase y nobleza de los seis, lo que le sirvió para cortar una oreja en cada uno de ellos, ganadas con todo merecimiento. Su puerta grande en Valencia viene a refrendar la inteligencia de este torero y su afición y ganas por triunfar, reponiéndose en situaciones complicadas y muy deslucidas como la tarde de hoy, donde captar el interés del público resultaba una tarea complicada.

Con el tercero del festejo, frío y manso de salida, además de deslucido en los dos primeros tercios, Pinar le cuajó una faena en la que convenció con su toreo en redondo y de mano baja. Nadie daba un duro por el toro pero con paciencia, tesón y firmeza, Rubén le fue hilando pases entre la emoción y la decisión por lograr alcanzar el trofeo. Faena valiente, de exposición también en la que el toro nunca terminó de entregarse pero que por ese mismo motivo le añadió valor a la actuación del matador. El pinchazo previo a la estocada no impidió el corte de trofeo. Y en el que cerró plaza, cuando todos andaban muy desangelados con la tarde apática y aburrida de hoy, volvió a sacar raza y casta torera para cuajar un nuevo trasteo a otro toro potable de Fraile pero manso en todos los tercios. Rubén tuvo la virtud y listeza de plantearle faena en los medios anulando querencias, y con la muleta por delante y empapándolo de tela, le fue cuajando varias tandas en redondo intensas y emotivas que despertaron al público de sus asientos. Trasteo poderoso, que aunó también momentos de toreo suave y sentidos, redondeados con una buena tanda al natural de mano baja y gusto, que completó la faena. Ya con el toro en tablas y en franca retirada acobardado por el poder de su matador, le sobraron a Rubén los últimos pases de lucimiento, aunque resulta comprensible su actitud cuando sabía que de nuevo podía abrir la puerta grande. Nueva oreja merecida que lo eleva al podio de triunfadores de la Feria de Julio.

Luque, por su parte, estuvo valiente y entregado con un segundo manso, mirón e incierto que a punto estuvo de levantarlo del suelo en más de una ocasión. Entrega sincera la del matador, que hizo lo imposible por cuajar faena, tanto a éste como al quinto de la tarde. Lo más torero y sentido de su actuación fue el recibo de capote al segundo meciendo la embestida, ganando terreno y gustándose a cada lance.

Y el más veterano del cartel, César Jiménez , no tuvo su tarde. Ido ante su lote, que también fue deslucido, soso y parado, no gustó la actitud del torero, al que se le vio desde el tendido descentrado, mecánico y falto de esa raza que sabemos todos que atesora. Pasó sin la pasión y sentimiento con las que ha estado en este mismo ruedo. Preocupante.


Texto: Alfonso Sanfelíu
Fotografia: Rafael MATEO


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