lunes, 15 de agosto de 2011

VALENCIA (6ª de abono): Manzanares abre la puerta grande bajo el síndrome de José Tomás



Valencia. Viernes 22 de julio. 5ª de abono. Feria de Julio. Lleno con cartel de no hay billetes. Tarde tormentosa. Se lidiaron tres toros de la ganadería de Domingo Hernandez (1º, 2º y 3º) y otros tres de Garcigrande (4º, 5º y 6º). Todos ellos desiguales de presentación por debajo de lo exigido en una plaza de primera. El tercero nunca debió salir por su nulo trapío. El 1º, 2º, 3ª y 6º fueron deslucidos, mansos y muy justos de casta aunque tuvieran algo de nobleza y calidad. El 4º tuvo sirvió en las manos de su matador. Y el 5º resultó ser el más complicado del encierro.

Enrique Ponce, silencio y saludos tras dos avisos.
El Juli, saludos en ambos.
Manzanares, oreja tras aviso en ambos.


Valencia (Esp.).- Nada que ver el triunfo de hoy de Manzanares en Valencia con el que obtuvo las pasadas fallas en este mismo coso a pesar de no lograr abrir la puerta grande en aquella ocasión. Más rotundo e impactante aquella tarde. Y más liviano, superficial y justa su actuación en este festejo. Con el tercero, de infame presentación para la seriedad que se le supone a esta plaza de primera, su matador lo recibió toreándolo a la verónica entre las protestas del público por una supuesta cojera y por su escaso, o mejor dicho, nulo trapío. Se le cuidó al animal en el caballo dada la poca fuerza que tenía y ello hizo que llegara al último tercio crudo y con movilidad. Le sirvió al diestro de Alicante ese estado en el que quedó la res para cuajar una faena irregular en su concepción, intensidad, profundidad y fondo. Tandas cortas, desdibujadas y destempladas, se conjugaron con momentos más artísticos, suaves y cadenciosos, todo ello, sin terminar de convencer ni de redondear. Nunca se entregó el astado, lo que también dificultó aún más, cualquier atisbo de faena grande. A media altura la muleta, en la mayoría de las ocasiones, tampoco eso ayudó para terminar la actuación, con la sensación de haber presenciado un trasteo rotundo, profundo y lleno de enjundia. Pero todo lo escrito, para el público agradecido y poco exigente que hoy vino a ver la corrida, poco le importó, pues tras un bajonazo al segundo intento, recibiendo, le concedieron soberanamente una generosa oreja.

Se repitió el mismo guión con el que cerraba plaza. A esas horas, el festejo estaba ya barbeando tablas y ni Ponce ni Juli habían dado esa gran tarde de toros que todos esperaban entre otras cuestiones por el desacertado manejo de la espada, y por ese sentimiento de desazón, empujó todo el público para ver salir a hombros, al menos, al torero alicantino. Muy justo de presentación este toro, como toda la corrida de Garcigrande, a éste Manzanares lo recibió a la verónica muy templado, firme y gustoso. Firmó así lo mejor con el capote en toda la tarde, junto a un quite de Juli por chicuelinas al cuarto toro. De nuevo la suerte de vara fue un trámite y con el toro crudo se pudo ver una actuación vibrante y completa de la cuadrilla de José Mari. Gran cuadrilla. La mejor del escalafón en estos momentos, sin duda. Expectación y ansia por triunfar se le adivinaron en el comienzo de faena a Manzanares y tras el brindis al cantante Andrés Calamaro, cuajó un trasteo que destacó solo por los detalles. Fue una pugna entre un toro rajado y manso que se quería ir y un torero empeñado en torearlo dándole ventaja absoluta a la res. Nunca se planteó someter más al toro y por ello, cuajó un trasteo siempre citando con la muleta a medio camino, retrasada en muchas ocasiones y en otras, además, sin bajar la mano. A pesar de todo, de nuevo Valencia lo empujó hasta el triunfo y le jaleó todo lo que hizo: lo bueno, lo regular y hasta lo menos bueno. Le faltó continuidad al trasteo y tras empeñarse -también- en rematar la faena en la suerte de recibir con el toro aculado en tablas y agónico, le endilgó un bajonazo con el que cortó una oreja y abrió la puerta grande. Qué bajo ha caído Valencia, por Dios…

También estuvo a punto de cortar trofeos en el cuarto de la tarde Enrique Ponce. La suerte en Valencia le abandonó al diestro hace varias temporadas y en esas está, intentando remontar feria tras feria. A este toro, con clase, nobleza y buen son, le realizó una faena extremadamente larga hasta el punto de tocarle un aviso cuando no había entrado a matar y otro, rematando con el descabello. Trasteo con una primera parte acelerada, tirando líneas por fuera y sin reunión, a la que le siguió una mejor con un toreo más lucido pero sin continuidad. Tuvo paciencia Ponce para pelearse con él hasta aburrir y poco a poco puso a la plaza de su parte hasta llegar al clímax en el final del trasteo donde vino lo mejor con varias tandas en redondo, despaciosas, artísticas y llenas de gusto de igual modo a los naturales que logró cincelar. Fue realmente lo único bueno y verdadero después de más de diez minutos de faena. Cambios de mano templados y plásticos también, y todos esperando ver el triunfo del torero de Chiva. Pero falló con la espada y todo quedó con una ovación cerrada que le obligó a saludar desde el tercio. De nuevo un triunfo perdido por la tizona. Con el primero, deslucido y sin entregarse en sus embestidas, dibujó una faena escasa de intensidad, que apenas llegó a los tendidos. Lo intentó Ponce pero con semejante comportamiento del animal, no lo logró.

A Julián López “El Juli” tampoco le sonrió la suerte esta tarde. En el segundo del festejo lo entendió a la perfección desde su salida y por ello lo cuidó dada la poca fuerza que tenía. Faena de detalles a la que le falto continuidad y emoción dada la mansedumbre del animal. Lo mejor se vio cuando el madrileño optó por atacar al animal con poderío, mando y con convencimiento robándole varios momentos profundos y sentidos. Después poco pudo hacer más. Con el quinto, el más complicado del encierro, tampoco pudo hacer mucho. Manso, incierto, siempre acortando distancias a medida que transcurría la faena, se peleó El Juli con él para intentar puntuar en Valencia, pero resultó imposible. Saludos al acabar su actuación.

Firmado: Alfonso Sanfelíu
Fotografía: Rafael MATEO

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