lunes, 15 de agosto de 2011

Valencia (4ª de abono): Oreja para José Calvo y Alberto Aguilar ante un interesante encierro de La Quinta



Valencia. Miércoles 20 de julio. 3ª de abono. Feria de Julio. Corrida de toros. Un tercio de entrada. Se lidiaron seis astados de la ganadería de La Quinta. Desiguales de presentación, serios y astifinos. 1º complicado; 2º con la cara por la nubes no terminó de entregarse; 3º deslucido aunque se dejó en el último tercio; 4º manso y desigual de comportamiento medio-sirvió para el diestro; 5º complicado por ambos pitones y 6º un gran toro por bravura, nobleza y calidad.

José Calvo, silencio y oreja.
Tomás Sánchez, silencio tras aviso y ovación.
Alberto Aguilar, silencio tras aviso y oreja con petición.


Valencia (Esp.).- Tuvo que salir “Chocolatero” en el último acto del festejo para encontrarse con un torero valiente y con ganas de triunfar que, entregado en todo momento, logró cuajar la mejor faena de la tarde. Toro serio, con entidad y mirada fija en las telas, que embistió de salida con codicia y emoción a medida que su matador, Alberto Aguilar, mecía la capa a la verónica con entrega, descaro y arrebato. Fue la reivindicación de un joven torero en una plaza de primera, que pide paso a gritos, y mejor colocación en los carteles, con el solo argumento de su toreo, sus ganas y su afición.

Despertó de forma rotunda la plaza, al ver a Aguilar de ese modo y le ovacionó y jaleó este recibimiento como en las grandes ocasiones. Emoción, sensación de riesgo y autenticidad. Eso es la fiesta y el espectáculo. Después, en el caballo, el de La Quinta empujó con clase, fijeza y calidad. La misma calidad y nobleza que desarrolló, a más, en el último tercio, para suerte de su matador y también de la afición. Convencido como estaba de la posibilidad de abrir la puerta grande, Alberto Aguilar lució al toro citándolo desde lejos, dándole toda la ventaja para el animal noble que solicitó obedeció a las telas de su matador. Trasteo a más por ambos pitones, con tandas de mano baja, largo recorrido y suavidad. Se gustó el torero y gustó al público que siguió la faena con auténtica verdad y pasión. Buenas fueron las tandas en redondo. También importantes las del toreo al natural. Y por encima de todo, exposición del torero, honesta entrega y desnudez del alma. Arte y épica de la mano. Intensidad en la faena y también capacidad para administrar en cada momento lo que el bravo toro solicitó. Gran toro, sí señor, de los que reconcilian a uno con el espectáculo. Lástima la estocada caída porque por ello, no se le concedió el doble trofeo. Bien el presidente en la decisión a pesar de la bronca del público, aunque eso sí, ¿mantendrá el mismo nivel de exigencia en los próximos festejos? Esa es la gran pregunta… Oreja para Aguilar, de las que siempre se ha dicho que es de Ley y paso al frente de un torero honrado que siente el toreo como es.

Antes, con el tercero, dejó atisbos de sus intenciones ante un toro de nula entrega. Discreto en el saludo a la verónica, quitó después con el mismo lance tras dos varas en las que el toro embistió con poder, fijeza y transmisión. Una lástima que después cambiara en el último tercio, sin entrega ni condición. Mirón. Incierto. Revuelto en las intenciones. Con ese comportamiento, Aguilar solo pudo estar muy valiente y entregado. Cuajó faena por ambos pitones hasta donde el toro le dejó, exponiendo en cada pase y en cada suerte. El mal uso de la espada, aminoró un mayor eco de su actuación. Aun así, y al final de la tarde, seguimos pensando que el toque de atención de Alberto Aguilar en Valencia es de los destacados e importantes. Le debe servir.

El otro triunfador de la tarde fue el valenciano José Calvo. Oreja justa en su concesión por petición del público soberano pero ni el torero terminó de confiarse ni el toro sirvió para una faena rotunda de las que en algunas ocasiones nos tiene acostumbrados Calvo. Con este astado cuajó momentos muy lucidos y sentidos en redondo, con un toreo casi a cámara lenta, suave, gustoso y pausado, aunque siempre con la muleta a media altura pues si se le bajaba más la mano, el toro podía acusar falta de fuerzas. Eso deslució la rotundidad del trasteo. Remate torero, con gusto y exquisito empaque, que ayudó al triunfo. La estocada fue el colofón. Oreja. Con el que abría plaza, no tuvo opción alguna. Parado, borde, gazapón se cobró hasta una voltereta sin consecuencias. Imposible cualquier opción a lucimiento.

Completó cartel Tomás Sánchez que tuvo desigual suerte con el lote que le correspondió. A su primero le dio distancia, lo lució en la muleta e intentó cuajar un trasteo en el que finalmente el astado ni descolgó ni se entregó. Sólo aceptaba uno, dos pases y al tercero, ¡zas! de nuevo vuelta a empezar. Meritoria la tanda final sobre la diestra, en un toro al que le falta un tranco más para mejorar en su nota y servir claramente a su matador. Silencio. Y con el quinto, Sánchez vio cómo su ánimo, entrega, honestidad y valentía se estrellaban ante un complicado toro de La Quinta de desigual comportamiento y sin terminar de descubrirse. Faena larga con altibajos, cuajada hasta donde el toro le dejó, por ambos pitones y que nunca terminó de alzar vuelo ni emoción duradera. Ni un pero a la actuación de Tomás Sánchez y la forma de estar ante esta res. Dio todo lo que pudo dar de sí con semejante astado. Saludo desde el tercio.

Firmado: Alfonso Sanfelíu
Fotografía: Rafael MATEO

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