lunes, 15 de agosto de 2011

VALENCIA (5ª de abono): Puerta grande para Vicente Barrera en su despedida como torero de su plaza



Valencia. Jueves 21 de julio. 4ª de abono. Feria de Julio. Algo más de media entrada. Se lidiaron seis astados de la ganadería de Juan pedro Domecq bien presentados y armónicos en general. Manejables, nobles y con clase en líneas generales aunque también con las fuerzas justas en alguno de ellos. El 2º y el 4º resultaron los mejores del encierro.

Vicente Barrera, silencio y dos orejas.
Manuel Jesús “El Cid”, oreja y ovación.
Daniel Luque, palmas en ambos.



Valencia (Esp.).- Caía la noche en Valencia cuando Vicente Barrera cruzaba a hombros la puerta grande de su plaza: Valencia. Fue el broche de oro a una carrera de dieciséis años como matador de toros, jalonada con grandes e importantes triunfos y labrada con mucho esfuerzo, honestidad, entrega, amor y respeto por la Fiesta. Se cumplió el sueño de todo torero y gracias también a “Señor”, el toro de Juan Pedro Domecq que mató en cuarto lugar, logró Barrera poner ese broche a su carrera como matador.

Con este juanpedro comenzó su última faena en Valencia, con estatuarios en un palmo de terreno, que presagiaba al menos, la entrega total con la iba a estar en este toro. Estatuarios firmes, valientes y muy sentidos, con la barbilla pegada al pecho y llevando la embestida del animal acompasada con el cuerpo. A partir de ahí, pudimos ver, como si de un último homenaje del diestro a su afición se tratase, toda la tauromaquia de Barrera plasmada en esta, su última obra. Tandas en redondo sin enmendar el terreno. Amanoletado, como cuando irrumpió en el mundo del toro. Así fue componiendo la faena que ganó enteros a medida que transcurría el tiempo. Barrera toreó para él y se notó porque se abandonó al toreó para disfrutar él sólo y hacer disfrutar a su afición. Reconcentrado y centrado en su esencia. Serio. Hondo. Profundo. Al natural también cuajó varias tandas de suave interpretación, temple y compás. Obra completa por ambos pitones, que tuvo su colofón en el toreo de cercanías, ya con el toro totalmente agotado. Quizás le faltó al juanpedro un poco de mayor transmisión y emoción en sus embestidas, pero sirvió gracias a su calidad y nobleza, colaborando en la despedida de su matador. La estocada entera, rubricó la última faena de Barrera sobre el ruedo de la calle Xàtiva y a él le fueron a parar las dos orejas que premiaban no sólo el trasteo si no también toda su carrera como matador de toros. Al que abrió plaza compuso una faena en la que tuvo que cuidar mucho al endeble astado, y por ello, seguramente, el trasteo no llegó a alcanzar cotas mayores. Barrera se empleó por ambos pitones buscando lucimiento donde no lo había y su obra acabó siendo plana y con poca emoción. Silencio.

El otro triunfador de la tarde fue el sevillano Manuel Jesús “El Cid” tras firmar una faena muy importante al segundo de la tarde. A éste le endilgó un recibo capotero a la verónica templado, gustoso, ganando terreno y muy sentido. Se lució en banderillas Alcalareño y llegó el toro al último tercio con alegría, prontitud, poder y mucha nobleza y calidad. Lo entendió perfectamente el diestro de Salteras y así cuajó un trasteo completo, macizo y rotundo por ambos pitones. Sobre la diestra alcanzó momentos muy lucidos con la mano baja, temple y buen son. El dominio absoluto de la escena y de los tiempos del animal posibilitó también que aguantase toda la lidia. Al natural también alcanzó cotas muy artísticas, con varias tandas donde se sintió, se gustó e interpretó un toreo intenso. Agotó todas las embestidas de la res y cuando esto ocurrió optó por el toreo de cercanías, alargando demasiado la faena. La estocada entera de efectos fulminantes, le sirvió para cortar una oreja ganada con mucho esfuerzo, arte y entrega. Al quinto poco le pudo cuajar. Faena acelerada y con altibajos como consecuencia del comportamiento del animal que deparó momentos lucidos y con sabor con otros más embrollados y menos pulcros. A la disposición con la que estuvo “El Cid” ni un pero, pues se vació con valentía, en busca del triunfo que le posibilitara acompañar a Barrera en su salida triunfal. Lástima el fallo a espadas porque ello diluyó cualquier opción a cortar trofeo.

Completó el cartel Daniel Luque quien no tuvo suerte en el sorteo. Al tercero de la tarde lo toreó a la verónica -en los primeros instantes de su lidia- con temple, gusto y sabor, acompasando la embestida con una seriedad exquisita. Fue bueno ese recibo. Después, con la muleta, Luque alcanzó sólo a cuajar un trasteo templado y muy bien compuesto pero carente de emoción por el comportamiento de la res. Le faltó chispa a las acometidas y todo quedó en una obra intermitente, irregular y sin terminar de alzar el vuelo. Con el que cerró plaza tampoco pudo hacer mucho. Deslucido el animal, al que se le castigó en exceso en varas, optó por abreviar el trasteo. Aun así, se esforzó persiguiendo lo imposible y remató su actuación, con una buena estocada.

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