l mundo del toro se volvía a encoger hoy hace veinticinco años, cuando saltaba a los medios de comunicación la noticia fatídica de la muerte de José Cubero “Yiyo” (Burdeos, 1964 – Colmenar Viejo, 1985).
No hacia aún un año de la trágica desaparición del gran matador de toros, Francisco Rivera “Paquirri” y de nuevo un toro, en este caso “Burlero”, segaba la vida de “Yiyo” de un certero hachazo a su joven corazón. La plaza de toros de Colmenar Viejo (Madrid) fue el escenario del suceso y desde entonces, ruedo de infausto recuerdo cada final de agosto.
Se fue el príncipe del toreo, como le llamaron los que lo conocieron en el ruedo y en la distancia corta, y sobre todo se fue un joven en plenitud de vida que dejó lo más preciado, su sangre, sobre el ruedo para grandeza de la Fiesta.
Aseguran todos los que vieron y admiraron sus inicios toreros, que “Yiyo” era a sus veintiún años, un firme candidato a ocupar el cetro del toreo, pues su corte clásico, capacidad y entrega delante de la cara del toro, además del poder que demostró, hizo que despertara la atención de los aficionados desde su época de becerrista.
Recibió el doctorado en tauromaquia con el toro "Comadrejo" de Joaquín Buendía, de manos del maestro alicantino Angel Teruel siendo el testigo de la ceremonia Jose Maria "Manzanares", durante la Feria de San Pedro de 1981 en la plaza de toros de Burgos. Y en 1982, un 27 de mayo, confirmó la alternativa en Las Ventas con el toro “Bohemio” de Félix Cameno siendo también su padrino “Manzanares” y el testigo Emilio Muñoz. Una confirmación en la que ratificó sus cualidades y calidades como gran figura del toreo en ciernes. Su eclosión como promesa hecha realidad llegó en el año 1983 cuando entró en el abono de San Isidro -vía sustitución- en el que se erigió como uno de los grandes triunfadores del ciclo.
Su crecimiento personal y profesional lo segó el toro “Burlero” de Marcos Núñez, ahora hace veinticinco años, aquel fatídico 30 de agosto de 1985, cuando después de una gran faena y saliendo de la suerte suprema herido de muerte el toro, "Burlero" le asestó una certera cornada en el corazón.
Descansa, príncipe del Toreo.